Los informes del Comité de Asesoramiento Científico y de la Universidad de Murcia desaconsejan la instalación de redes anti medusas
La aparición de medusas de la variedad Cotylorhiza tuberculata en el Mar Menor se debe a una mayor transparencia del agua, lo cual propicia tanto su reproducción como una mayor presencia de esta especie. Así se desprende de los informes de la Dirección General de Pesca y la Universidad de Murcia. Este último ya se puede consultar en la web CanalMarMenor y en él se menciona que “la instalación de redes ‘antimedusa’, resulta contraproducente y debe considerarse con extrema precaución, siendo, en general, desaconsejable”.
Las poblaciones de medusas en el Mar Menor no son algo novedoso, ya que desde mediados de la década de los 90 su presencia ha sido constante, y durante algunos periodos más acusada. En 2016 prácticamente habían desaparecido, o se encontraban en niveles bajos, como consecuencia del oscurecimiento de la columna de agua que impedía llegar la luz al fondo marino y provocaba la muerte de las medusas.
Esta situación se ha prolongado durante los últimos años, hasta que en 2021 se empezó a detectar una tímida recuperación de las poblaciones, más manifiesta durante 2022 y que este año vuelve a estar en niveles tan elevados como los que teníamos antes de los procesos eutróficos de 2016.
La laguna siempre ha tenido una especie de invierno denominada Aurelia aurita, conocida por los pescadores como ‘agua mala’ que cierra su ciclo a principios del verano, por lo que su presencia durante la época estival es muy baja prácticamente inexistente a partir de los primeros días de julio dependiendo de la temperatura del agua.
La segunda medusa más frecuente en la laguna es la Cotylorhiza tuberculata, coloquialmente conocida como ‘huevo frito’ debido a su apariencia. Esta medusa alcanza densidades muy elevadas durante los meses de julio y agosto, tiene un ciclo de vida de entre 2 y 6 meses y no es urticante. Esta especie tiene mecanismos que provocan que su multiplicación no dependa totalmente de la disponibilidad de nutrientes (fitoplancton y zooplancton) en el agua.
Otras medusas presentes en la laguna son la Rhizostoma pulmo, que tiene carácter urticante, y la Phyllorhiza punctata, de reciente aparición y morfológicamente es parecida a la Rhizostoma pulmo, pero con un punteado en la campana de la medusa. Se han detectado y se hace seguimiento para evaluar su situación.
Por otro lado, el portavoz del Comité Científico del Mar Menor, Emilio María Dolores, también se refirió al área de agua de color blanquecino situado en el entorno de la desembocadura del Albujón, que “no es una imagen nueva y se debe a la resuspensión continua de material particulado no soluble que ha llegado a esa zona fruto de las escorrentías y lixiviados. Esta zona habitualmente es la que presenta mayor concentración de nutrientes. La dimensión y forma de la mancha depende de las corrientes y vientos predominantes”.
El portavoz añadió que “los niveles actuales de nutrientes entran dentro de los parámetros marcados por la normativa, salvo en dos estaciones frente a la rambla del Albujón, y la cantidad de agua que ha entrado ha sido significativamente menor que en el año 2022, aunque todavía excesiva”.
“En definitiva, este verano, y salvo episodios que afecten negativamente a la Cotylorhiza tuberculata como estrés térmico y/o oscurecimiento de la columna de agua, las poblaciones de esta especie no urticante serán elevadas, permitirán controlar mejor la cadena trófica de la laguna y contribuirán a una mayor transparencia de las aguas”, resumió el portavoz del Comité Científico del Mar Menor.
Los parámetros del Mar Menor mejoran en clorofila y transparencia
En cuanto al estado del Mar Menor, la Consejería de Medio Ambiente, Mar Menor, Universidades e Investigación informa de la evolución de los parámetros físico-químicos que permiten conocer el estado del ecosistema. Así, mejoran los niveles de clorofila y transparencia, mientras se mantienen en el resto, con respecto al 2022.
De esta forma, de las mediciones realizadas el pasado 21 de junio se desprende un nivel medio de oxígeno de 6,23 mg/l, la clorofila se sitúa en 0,52 µg/l, la temperatura es de 27,44 grados centígrados, la salinidad en 42,36 y la turbidez en 1,05 FTU.
“Si comparamos los parámetros con los registrados en los años anteriores, nos encontramos con el mejor dato de salinidad desde 2019, valores de oxígeno similares a los anteriores y la clorofila en niveles bajos al igual que en 2021 y 2022, sensiblemente inferior a los valores de 2019 y 2020”, explicó Emilio María Dolores, “por lo que podemos concluir que el Mar Menor mantiene el nivel de estabilidad que viene mostrando durante los últimos meses”.
“Seguimos monitorizando la evolución del estado del Mar Menor de manera permanente y en todos los puntos del ecosistema, especialmente ahora con el incremento de las temperaturas que es el factor que más nos preocupa como cada verano”, afirmó el portavoz del Comité.