Lagartina, babosa (Parablennius sanguinolentus)

Cómo es:

La lagartina pertenece al filo Chordata, clase Osteichthyes, Orden Perciformes y familia Bleniidae. La familia Blenniidae presenta una silueta inconfundible: la parte alta del cuerpo es siempre la anterior y disminuye hacia la cola. El cuerpo es macizo, robusto y la cabeza suele ser grande. En muchas especies, y justo encima de los ojos, pueden aparecer unos tentáculos supraorbitales, más o menos largos y ramificados. Algunas de las características más notables de esta familia es la ausencia de escamas y que segregan sustancias viscosas o babosas (de ahí su nombre vulgsar).

 

La lagartina es un blénido de tamaño medio en comparación con el resto de especies, presentando una talla máxima de 20 cm de longitud. La cabeza es grande, presenta una boca armada con numerosos dientes caninos en ambas mandíbulas y también destacan los ojos, grandes y móviles, con tonos rojizos. La aleta dorsal presenta una altura uniforme. El color básico del cuerpo es marrón verdoso con tonos grisáceos, aunque puede variar en función del sustrato, y sobre esta coloración se pueden apreciar una multitud de manchas y líneas negras.

Cómo vive:

Parablennius sanguinolentus tiene una distribución batimétrica limitada, ya que se encuentra desde 0,5 a unos 2 m de profundidad máxima, aunque se han encontrado juveniles a más de 6-7 metros de profundidad. Esta especie gusta de fondos rocosos formados por rocas cubiertas de algas. En el Mar Menor es una especie cada vez más abundante; suele ser más común alrededor de las islas, pero también es posible observarla en zonas rocosas cerca de las Encañizadas y sobre todo en la Manga. Desarrolla su ciclo vital en el interior de la laguna. A nivel mundial se encuentra presente en el mar Mediterráneo y en el Atlántico oriental desde el sur de Francia hasta Marruecos.

Algunas curiosidades:

Se alimenta básicamente de algas aunque también puede ingerir pequeños invertebrados marinos como gusanos poliquetos y crustáceos. El periodo de reproducción comienza a principios de abril y puede durar hasta bien entrado el verano, cuando las aguas son más cálidas. Durante esta época el macho fabrica un nido sobre las rocas y atrae a varias hembras. Como en la mayoría de blénidos, los machos vigilan la puesta hasta el momento de la eclosión. Se trata de una especie muy desconfiada y huidiza.